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Parábola del crecimiento de la semilla

26 Decía además:

«Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. 27 Duerma y vele, de noche y de día, la semilla brota y crece sin que él sepa cómo, 28 porque de por sí lleva fruto la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29 y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.»

Parábola de la semilla de mostaza(A)

30 Decía también:

«¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? 31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra, 32 pero después de sembrado crece y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.»

El uso que Jesús hace de las parábolas(B)

33 Con muchas parábolas como éstas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. 34 Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

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22 »”Así ha dicho Jehová, el Señor:

»”Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro
y lo plantaré;
del principal de sus renuevos cortaré un tallo
y lo plantaré sobre un monte muy elevado.
23 En el monte alto de Israel lo plantaré.
Levantará sus ramas, dará fruto
y se hará un cedro magnífico.
Habitarán debajo de él todas las aves de toda especie;
a la sombra de sus ramas habitarán.
24 Y sabrán todos los árboles del campo que yo, Jehová,
abatí el árbol elevado y levanté el árbol bajo,
hice secar el árbol verde e hice reverdecer el árbol seco.
Yo, Jehová, lo he dicho, y lo haré.”»

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34 Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. 35 Nunca más vio Samuel a Saúl en toda su vida. Y lloraba Samuel por Saúl, porque Jehová se había arrepentido de haberlo hecho rey de Israel.

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Samuel unge a David

16 Dijo Jehová a Samuel:

—¿Hasta cuándo llorarás por Saúl, habiéndolo yo rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de entre sus hijos me he elegido un rey.

Samuel preguntó:

—¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría.

Jehová respondió:

—Toma contigo una becerra de la vacada, y di: “A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.” Invita a Isaí al sacrificio y yo te enseñaré lo que has de hacer; me ungirás al que yo te diga.

Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová. Luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirlo con miedo, y le preguntaron:

—¿Es pacífica tu venida?

—Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos y venid conmigo al sacrificio —respondió él.

Luego santificó él a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Aconteció que cuando ellos vinieron, vio él a Eliab, y se dijo: «De cierto delante de Jehová está su ungido.»

Pero Jehová respondió a Samuel:

—No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

Entonces llamó Isaí a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo:

—Tampoco a éste ha escogido Jehová.

Hizo luego pasar Isaí a Sama. Pero Samuel dijo:

—Tampoco a éste ha elegido Jehová.

10 Hizo luego pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí:

—Jehová no ha elegido a estos.

11 Entonces dijo Samuel a Isaí:

—¿Son estos todos tus hijos?

Isaí respondió:

—Queda aún el menor, que apacienta las ovejas.

Y dijo Samuel a Isaí:

—Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.

12 Envió, pues, por él, y lo hizo entrar. Era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer. Entonces Jehová dijo:

«Levántate y úngelo, porque éste es.»

13 Samuel tomó el cuerno del aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. A partir de aquel día vino sobre David el espíritu de Jehová. Se levantó luego Samuel y regresó a Ramá.

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Alabanza por la bondad de Dios

Salmo. Cántico para el sábado

92 Bueno es alabarte, Jehová,
y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
anunciar por la mañana tu misericordia
y tu fidelidad cada noche,
con el decacordio y el salterio,
en tono suave, con el arpa.
Por cuanto me has alegrado, Jehová, con tus obras;
en las obras de tus manos me gozo.

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12 El justo florecerá como la palmera;
crecerá como cedro en el Líbano.
13 Plantados en la casa de Jehová,
en los atrios de nuestro Dios florecerán.
14 Aun en la vejez fructificarán;
estarán vigorosos y verdes,
15 para anunciar que Jehová, mi fortaleza, es recto
y que en él no hay injusticia.

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Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista). Pero estamos confiados, y más aún queremos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor. Por tanto, procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables, 10 porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

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El ministerio de la reconciliación

11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos, y espero que también lo sea a vuestras conciencias. 12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13 Si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros.

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14 El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas.

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